Dejar una empresa después de años, incluso décadas de trabajo no es solo cerrar un ciclo profesional. Es también una sacudida emocional.
Porque más allá del cargo, durante años te definiste por tu labor. Tu equipo. Tus logros allí. Y de repente, decides emprender algo propio y aparece la pregunta:
¿Y si no soy suficiente? ¿Y si fracaso?
Primero: es normal sentir miedo.
Segundo: tienes más de lo que crees.
Tercero: aquí te dejo tres pasos para enfrentarlo con claridad.
Pon en papel todo lo que hiciste en tu carrera:
No lo des por sentado solo porque lo hiciste “como parte del trabajo”. Ese bagaje ya es capital. Verlo escrito te ayudará a reconocer el verdadero valor de tu experiencia.
Tu paso por esa empresa te enseñó mucho más que procesos. Piensa: ¿qué conocimientos acumulaste? ¿Qué experiencias difíciles superaste? ¿Qué habilidades blandas desarrollaste?
Ahora mira tus contactos: ¿a cuántas personas valiosas conociste? Esos aprendizajes y esas relaciones son parte de tu marca personal. No desaparecen cuando te independizas. Son activos que ya tienes.
Cuando hacemos inventario, también vemos dónde están nuestras dudas. Aquí es donde entra un mentor.
Un mentor no es alguien que te dicta teoría. Es alguien que ya recorrió un camino parecido al que tú quieres tomar. Al elegir un mentor, pregúntate: 👉 ¿Sus experiencias me inspiran? 👉 ¿Su historia refleja un lugar al que quiero llegar? 👉 ¿Su enfoque me reta a crecer?
No tienes que enfrentar el miedo solo. Alguien ya pasó por lo mismo. Y puede ayudarte a ver lo que aún no alcanzas a ver.
Si llegaste hasta aquí, es porque tu voz interior ya te pide dar el salto. No dejes que el miedo sea más fuerte que tus capacidades. Tienes una historia que ya demuestra de lo que eres capaz. Lo único que necesitas ahora es creerlo, contarlo bien… y dejarte guiar.
Si quieres trabajar en tu marca personal y diseñar tu camino independiente con claridad, aquí estoy para acompañarte.
Lee mis últimos blogs